Agosto es un mes perfecto, para aprovechar las vacaciones en destinos remotos. Os cuento mi experiencia en un lugar con doce horas de diferencia horaria; Hawaii.

El archipiélago de Hawaii se compone de 8 islas (una más que el archipiélago canario), y en una de ellas, Maui también conocida como isla paraíso, he pasado inolvidables vacaciones, eso sí una vez recuperada de un salvaje jet-lag.

Maui está formado por dos volcanes y compuesta por dos climas totalmente distintos, la seca y la húmeda y lo más sorprendente es que se encuentran separadas por pocos kilómetros, la zona húmeda es uno de los lugares con más precipitación del planeta donde se pueden encontrar miles de coloridas plantas exóticas, a cada cual más intensa y brillante. En el centro de la isla está el volcán Haleakala donde se puede ver un precioso amanecer, eso sí, si quieres subir a 3055m de altitud más te vale abrigarte bien y madrugar, claro.

Sin embargo, lo que más caracteriza a esta isla hawaina son sus olas y sus playas. Todo surfero tiene como sueño ir a Maui y surfear sus magníficas olas. Gracias a sus playas de coral vivo, puedes ver a través de su agua cristalina peces, tortugas e incluso tiburones, que no siempre pueden considerarse animales de compañía.

Por casualidades de la vida y a través de unos conocidos supe de un campamento de surf, Maui Surfer Girls. No me lo pensé dos veces metí 3 bikinis en una mochila y me fui para allá. Durante tres veranos consecutivos yendo un mes aprendí a surfear, aprendí la cultura Aloha y el Goodvibe tan presente en estas islas del pacífico.

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